domingo, 20 de marzo de 2011

Me acosté con una ninfa... Desperté con una musa

Una ninfa me llevó a los brazos de Morfeo.

Aquella noche no estaba predispuesto a irme a dormir temprano, pero largas horas frente al computador me dijeron lo contrario. Una ninfa me arrastró a los brazos de Morfeo, una ninfa hermosa, quizás la más hermosa de ellas, de cabello oscuro, piel blanca, muy blanca y suave, sutileza y sencillez; pómulos resaltados que me llevaban a su mirada, ojos alargados, labios pálidamente rosados, no tan gastados.

Sus dulces palabras me hipnotizaron, me relajaron, me calmaron, me llevó hasta el cuarto, como levitando, me acostó, me cubrió con un manto blanco, y luego se quedó conmigo. Yo abrazaba su desnudez, de senos firmes, pezones grandes y rosados, bien puestos en su lugar, definitivamente estaban hechos por los dioses, su piel aterciopelada llena de lunares en lugares indescriptibles, su cintura acorde con sus caderas, acompañaban tan perfecto movimiento. Me costó tanto dormirme con ella al lado, besé cada espacio de su olímpico cuerpo durante la madrugada, no dejé un rincón sin conocer, su majestuosa belleza se apoderó de mí…

Me desperté con los rayos del sol reflejados en mi ventana, volteé mi cuerpo hacia el otro lado de la cama, ella no estaba; yo estaba completamente desnudo y me sentía desgastado, me levanté y camine hasta el baño, ella tampoco estaba ahí, caminé desnudo por la casa, como quien busca algo sin esperanza de encontrarlo, no la encontré. Entendí que todo había sido parte de mi sueño, al parecer nada de aquello fue real; pero seguía con mi síntoma de desgaste físico, cómo explicarlo?

Me acosté con una ninfa, estuve entre los dioses, aunque no la vi al despertar, sé que ella estuvo conmigo, ella existió. Estoy seguro de que aquella noche, aquella noche no dormí solo.

Me acosté con una ninfa... Desperté con una musa…

martes, 15 de marzo de 2011

Ensayo nº1... El rescate de la Princesa.


Los hechos se dan en un reino alejado

Dónde un plebeyo reclama el amor de su amada
Su amada, una princesa obligada
A demostrarle amor a un príncipe no amado.


-Príncipe: Quién osa interrumpir un momento tan bello?

-François: Soy yo Su Alteza, François, un humilde plebeyo.

-Príncipe: Qué quereis a estas horas de la madrugada?

-François: He venido a confesaros, me he acostado con su amada.

-Príncipe: Pero qué estais diciendo? Te has vuelto loco?

-François: No Su Alteza, la verdad, se dio poco a poco.

-Príncipe: Princesa, lo que este joven dice, es verdad?

-Princesa: No sé que contestarte, en el vi mucha bondad.

-Príncipe: Pero cuánta frialdad.

-Princesa: Debes comprender, me invadió la soledad.

-François: Y os juro que fue más de una vez.

-Príncipe: Pero como os atreveis?

           Cuáles son tus intenciones?

-François: Sacarla de una vez de este mundo de pretenciones.


-Príncipe: Que iluso! Que insolente!

-François: Pues verá Su Alteza, llame a uno de sus sirvientes.
           Pedídle dos espadas y que estén bien afiladas.

-Príncipe: Pero que canalla!

-François: Disfrutad de la batalla!

-Princesa: Pero, François, qué pretendeis? Os va a matar!

-François: Pues que lo intente, no será fácil, le va a costar.
           He venido a por ti, nadie me va a parar.
           Saldremos juntos de este lugar.

(El Príncipe envuelto en su furia, desenvaina su espada. François desenvaina la de él).

-Príncipe: Te creéis muy hombre al venir aquí.

-François: Le ofrezco más que palacio y rubí.
           No habéis probado el verdadero jasmín.
           Vuestros trajes y joyas no le hablan de sí.

-Príncipe: Y tu qué tenéis para darle?

-François: Todo el amor que puedo brindarle.

-Príncipe: De eso no se vive, gran ignorante.

-François: Tampoco se vive de los restaurantes.
           Vuestros insultos no me intimidan.

-Príncipe: De aquí no os llevais a mi amada Cristina.

(Con un repentino golpe, François manda la espada del Rey al viento).

-François: Ese es vuestro mejor argumento?

-Príncipe: Como Príncipe te condeno y nunca serás noble.

-François: Prefiero morir como un buen hombre.
           No guardo respeto a vuestras estrellas.
           De todas las mujeres, me llevo a la más bella.
           Y eso me basta, y eso me sobra.
           Y junto a meretrices vivirás entre sombras.

-Príncipe: Por siempre te maldigo, y de mi reino serás excluído.

...

Cuenta la historia, que Cristina y François
Salieron corriendo por la puerta de atrás.
Nunca regresaron a ese pueblo sin ley
Donde ella, obligada, abrazaba a su “Rey”.

Y desde entonces, menciona la historia
Que Cristina y François no tienen memoria.
Pero aún viven juntos, lejos de la ciudad
Donde el mar les envidia tanta felicidad.

sábado, 12 de marzo de 2011

Contigo no me quiero equivocar...

Hola, sé que vienes por ahí, lejos todavía, pero algún día llegarás. Tu aún no me conoces, pero yo a ti sí. Te he dibujado, imaginado y soñado miles de veces, y aún así me he equivocado en tu busqueda; pero sé que llegarás.

Y te tengo guardados algunos "consejos" para que no seas "una más". Contigo no me quiero equivocar.

Sé que eres perfeccionista, pero yo no. Yo te querré por tus defectos y sabré admirar tus virtudes.

No uses tanto maquillaje, eres lo suficientemente hermosa, no necesitas esconder tu belleza.

No me pidas que te acompañé a misa. Yo creeré en ti y mi único altar, estará entre tus piernas.

Sé que eres apasionada, tan apasionada como yo, por eso te pido, un poco de espacio, soy muy conservador con el tiempo de ver fútbol en la televisión, ir al estadio los domingos, o salir a jugar de vez en cuando. Claro, yo también respetaré tus pasiones.

Te dejaré ver tus novelas en paz, y hasta puedes pedirme compañía si así lo deseas, pero no me pidas que las vea contigo, puedo estar ahí contigo, pero seguramente estaré haciendo otras cosas (leyendo, abrazandote, dormido, etc.)

Yo a cambio te ofrezco acompañarte cada vez que quieras salir a pasear o a comprar ropa, cargaré tus bolsas sin quejarme, y hasta tu cartera si así lo deseas.

Puedes pedirme que me afeite cuando quieras, pues tu sabrás mejor que yo, hasta que punto me luce la barba.

No me celes de mis amigas y mucho menos de mis amigos, que son mis hermanos, recuerda que ellos me han cuidado todo este tiempo que he estado esperándote.

No te preocupes por comida, que yo sé cocinar para 2, 3 y hasta para 4. No soy hombre de restaurantes lujosos, ni vinos caros, pero sé a donde llevarte en ocasiones especiales.

No esperes regalos los días festivos (14/02; aniversario; etc.). Yo sabré darte sorpresas, sin esperar nada a cambio.

Sé que te gustan los dulces, el chocolate y el helado, tranquila, conmigo nunca te faltarán.

Tengo mis días bueno y mis días malos, como tú y como todo el mundo.

En tus días buenos estaré ahí para felicitarte, para alegrarme contigo y para que celebremos juntos.
En tus días malos también estaré ahí dándote mi apoyo (lo quieras o no), querré escuchar tus problemas, saber qué te pasa, y estaré dispuesto ayudarte en todo lo que sea preciso.

En mis días buenos querré que estés ahí, para compartir mis alegrías contigo.
En mis días malos querré hablar, no para que me des consejos (al menos que los necesite), ni para que me juzgues, sino para desahogarme, para que estés tranquila aunque me veas preocupado, quizás luego quiera estar solo, entonces dejame solo.

No me gustan las discotecas, trata de no invitarme, aunque si fuera una ocasión especial, sin duda te acompañaría. Pero prefiero los lugares tranquilos.

Debes estar siempre dispuesta a mis ideas de viaje, a mis salidas sorpresa, porque todo lo que invente, será pensando en lo que a ti te pueda gustar. Yo también, siempre estaré dispuesto a viajar contigo a donde quieras.

Amo la playa, nunca me rechaces una invitación a la playa (para mi, es como una ofensa)

Amaré estar solo contigo, no importa el lugar, no preciso estar rodeado de una multitud para pasarla bien. Aún así, te llevaré a los conciertos y presentaciones de tus artistas favoritos.

No me digas "mi amor" o "mi vida", no me digas como amarte, yo aprenderé solo, y siempre sabré cuando dar el siguiente paso. No te enamores de mi, porque nunca estarás segura de conocerme en verdad.

Y por último, no te pares de la cama antes de que me despierte, siempre serás lo primero que quiera ver al abrir los ojos.

P.D.: Sé que quizás te parezca exigente, pero poco a poco verás que, aunque sea muy reservado, también estoy dispuesto a dar lo mejor de mi, porque contigo...


Contigo no me quiero equivocar...

miércoles, 9 de marzo de 2011

De vicios, amores y otras pasiones

Siempre pensé que yo era una de esas personas que podía dejar cualquier vicio con facilidad, y practicamente ha sido así, hasta que un día me di cuenta que dejar un vicio me incitaba a darle la bienvenida a otro...

Mi primer "vicio" fue el deporte, esa pasión por el fútbol que comenzó a los 11 años y que ha ido creciendo poco a poco (uno de los vicios que aún mantengo). Me calaba cada juego en la televisión, lo jugaba en cónsolas, jugaba con un primo a hacer equipos estrellas y ver quien era el mejor "DT", luego lo comencé a practicar, al principio con muchas dificultades, poco a poco fui mejorando con el tiempo, y practicarlo se volvió mi vicio, tanto que, no me importaba la hora a la que me invitaran, yo siempre aceptaba una invitación a jugar fútbol.

Con este vicio, comenzó, sin darme cuenta, a nacer otro; con aquella excusa de "estoy cansado, tengo sed", se hizo habitual, después de cada tarde de fútbol, reunirnos en casa de un amigo a tomar "Nestea" y me fui volviendo adicto; luego eran desayunos, almuerzos y cenas con nestea. Llegó el punto en que me tomaba entre 1 y 2 litros de nestea diariamente.

El tercer "vicio" fue la computadora, el internet; solía pasar horas y horas ligado al "msn" y a las redes sociales (siempre con el vaso de nestea), dejé el hábito de leer, no veía televisión, porque todo lo tenía en el internet, no dormía... Y aunque pude superar esa etapa, admito que ahora, a tantos kilómetros de mi hogar, y sin tener mucho que hacer, paso mucho tiempo en esta computadora.

Pero crecí y comenzaron a llegar esos vicios de adolescentes... El primero fue el vicio de los fines de semana, no había un fin que no me reuniera con mis amigos, solía salir en las noches, llegar en las mañanas, beber mucho, a veces demasiado...

Y eso me llevó al siguiente vicio, las mujeres, y digo "las", porque al principio no había una en específico, me gustaban todas, cualquiera que tuviera unas buenas piernas, un lindo pecho, un rostro bonito, en fin, cualquiera. Era el simple hecho de "caerles" lo que me gustaba, conocerlas, aprender de ellas, saber como tratarlas, que cosas decirles... Y lo hice con cuantas pude, mientras pude, conocí besos, cuerpos, tuve buenos y malos ratos; pero fue un vicio pasajero, quizás algo bohemio, hasta que...

Hasta que conocí el peor mejor de mis vicios. Más allá de la superficialidad de todas aquellas mujeres, más allá de esos besos falsos y esas conversaciones vacías; conocí a una mujer que de verdad me atrapó, supo hacerme suyo, tanto como yo supe hacerla mía, y aprendí más de ella, que con todas las demás... Fue mi vicio durante 3 años, y fue tan duro dejar ese vicio, quizás por haberla consumido tanto, tanto, que nos costó alejarnos...

Y dejar este vicio, fue lo que mas vicios le trajo a mi vida... Volví al vicio de los fines de semana llenos de alcohol, buscando olvidarla, de a ratos, volví al vicio de las mujeres desconocidas, de besos falsos y conversaciones vacías... Ahora fumo, y hago deporte apenas una vez a la semana...

Y quizás dejar ese vicio, fue el que más me motivó a este nuevo vicio, el vicio de escribir...



Libro recomendado: "Gato Rojo" -Peter Spiegelman

martes, 8 de marzo de 2011

Una noche que no olvidaré...

Todavía recuerdo aquella noche... Aquella noche que pudo cambiarlo todo, o no... Aquella noche en la que yo huí.

Recuerdo perfectamente cuando me llamaste por teléfono y ese fue nuestro primer error paso. Me invitaste a tu casa porque estabas sola y  "tenías miedo".

El plan era simple, una cena, una película, malos chistes para pasar el rato, y yo volvía a mi casa, o por lo menos eso fue lo que supusimos.

Por aquel entonces, tu estabas en una relación, la cual nunca respeté; siempre fui incondicional contigo y ese día no iba a ser diferente, y fui.

Esa noche, como todas las que estuvimos juntos, yo cociné; después de cenar nos fuimos a un cuarto, declinaste del plan de la película, porque querías ver alguna novela; yo me acosté en la cama y me colé a la computadora, a poner música para "molestarte".

Y así se nos iba la noche; y yo que nunca fui de perder el tiempo, admito que fui el primero que lo buscó, cuando coloqué mi mano sobre tu espalda, los dos sabíamos de mis intenciones. Tu que nunca fuiste de entregarte a la primera, me clavaste una mirada fija y fría, hasta que aparte la mano.

Pero así éramos tu y yo, y yo ya conocía de memoria tu parte del show: arroparte sin dejarme ni el más mínimo espacio en la cobija, darme la espalda, evitarme y por veces, ignorarme, pero nunca correrme, ni decirme que me largara. Y así fue, fuiste tan "tu" esa noche, tan predecible, y por otro lado yo tan "yo", con el monólogo de: caricias despistadas, besos donde no van besos, subir y bajar la camisa, hasta llegar... Y en fin, llegué; llegué a ese lugar donde se pierde el horizonte, ese lugar "sagrado" donde tantas veces me guardaste, ese lugar donde pierdes la vista y se te eriza la piel... Llegué a tus senos, a tus suaves, delicados, sensibles e imperfectamente perfectos senos...

Tu que siempre te dejaste llevar a partir de ese punto, aquella vez no fue la excepción. Te entregaste como toda una dama, durante la madrugada y... (obvié los detalles)

Y nos unimos otra vez; volvimos a caer en ese vicio que no nos dejaba separarnos, y no sentimos culpa, lo disfrutamos como nunca. Después de los orgasmos, los abrazos, como diciendo "gracias", sin tener que agradecer; vestirse, lo que siempre hacías en el acto, lo que siempre te critiqué; pero seguí tus pasos, porque era tu casa... Y nos quedamos acostados, mirándonos, sin decir ni una palabra...

Y tu rompiste el silencio con un "quédate a dormir", y todo se nos vino abajo; al principio pensé que era una broma, luego asentí, porque no vi ningún problema en ello. Luego me insinuaste que íbamos a dormir "como amigos", sin abrazos, sin contacto, y me pareció lo más hipócrita del mundo, después de los hechos, y dudé, en ese momento pensé muchas cosas que no tenía por que pensar, y al notar mi preocupación me dijiste: "No te estoy obligando a quedarte, si quieres te puedes ir" (y a partir de ese momento aprendí muchas cosas sobre las mujeres). Y esta era la parte donde mi libreto decía: "tranquila, claro que me quiero quedar", pero me dió por improvisar y en vez, respondí con un deshonesto: "lo mejor es que me vaya"...


Sé que ya ha pasado mucho tiempo desde aquella noche, yo ahora estoy aquí acostado, pensando, y tu, bueno, supongo que sigues con tu novio; hace mucho tiempo también que no hablo contigo, y tengo muchas preguntas girando en mi cabeza, preguntas como "y si me hubiese quedado aquella noche?", "habría cambiado algo?", "las cosas seguirían iguales?", "será que todavía piensas en esa noche, como lo hago yo?"

Lección: Aprovecha las oportunidades, que pocas veces se dan. Piensa bien antes de actuar, para luego no arrepentirte...

Lección aprendida! 
(Música)