lunes, 31 de octubre de 2011

Ocho Demonios

Tengo ocho demonios encerrados en una botella. Siete mujeres y un hombre. Cada uno tiene distintas virtudes y defectos. Cada uno completa mis días, faltos de amor y esperanza.

Les veo mientras hacen sus fiestas, sus orgías. Nada les hace más felices que pasar sus días en excesos, como el sexo. No hay espacio en la botella, para raciones pequeñas.

Un día me propuse unirme a su fiesta, pero, yo no podía entrar en la botella, pues me quedaría adentro para siempre. Tampoco podía sacarlos a todos porque crearía un caos inhumano. Ellos dominarían el mundo, le enseñarían a las personas su forma de vida, su arte; los mentalizarían con la idea de que lo único que se necesita para vivir, es tener sexo.

Así decidí sacar uno por cada día de la semana, siempre con el consentimiento de Astaroth (el único demonio masculino, en la botella). Él era su líder, su macho alfa.

Un domingo decidí sacar a Astaroth de la botella, para que habláramos en privado y comentarle la idea. Estuvo de acuerdo, pero puso sus términos y condiciones. Yo acepté ciegamente y firmé su contrato. El elegiría el orden.

El lunes, para comenzar, saqué a Gomory (tras la orden de Astaroth), conocida en el bajo mundo como “la maestra del sexo”. Astaroth me dijo que antes que nada, debía aprender todo sobre el sexo y no había nadie mejor que ella para inculcarme.

Gomory me enseñó en una noche, lo que no había aprendido en una vida. Posiciones, maneras, pero lo más esencial, me enseñó a valorar, cuidar, respetar, admirar y venerar el cuerpo de una mujer.

De Gomory debo resaltar también, que cada lunes, practicamos el más complejo, sexy y artístico 69. Ella es la mejor maestra que me ha podido tocar.

Con todo esto aprendido; llegó el martes. Según Astaroth, debía sacar a Is Dahut, “la amante insaciable”, ella no se cansaría de darme placer, y yo tuve que aprender a no cansarme de darle placer a ella.

Lo mejor de Is Dahut, es que, cada martes, me da ocho horas del mejor fellatio, luego yo le doy ocho horas del mejor cunnilingus y sólo después de eso, pasamos al coito. Amante insaciable, insaciable de verdad.

Cuando llegó el miércoles, comencé a pensar en la abstinencia. Astaroth sabría de esto, pues me ordenó sacar de la botella a Abrahel.

Abrahel es el demonio de los pobres de espíritu. Pobre de espíritu es como se sentiría cualquiera después de pasar por las piernas de Is Dahut.

Abrahel me consume con sutileza de santa, sin olvidar que es un demonio, me roba el alma antes de que me dé cuenta. Siempre conversamos un poco antes de cada sesión, me deja desahogarme, y cuando se llena con mi desdicha, me amarra a la cama, me amordaza, se viste de cuero negro y comienza su función.

Llega el jueves y Astaroth tiene claro su plan. Jueves y viernes se unirían en un solo día de 48 horas, con dos mujeres. Todo un festival de sexo, ménage à trois.

Para eso, cada jueves, debo sacar de la botella a Andras y a Zalir; una bisexual y la otra lesbiana, respectivamente. Ellas son mis fiestas de fin de semana. Con ellas hay música, striptease, alcohol, drogas, sexo. Todo durante 48 horas, sin descanso. Son días de vida en excesos que terminan en frías y solitarias mañanas sabatinas.

Día sábado. Todo vuelve a la “normalidad”, vuelvo a estar en pareja. Para los sábados, Astaroth me tiene preparada a Iset, “protectora de cortesanas y prostitutas”. Como tal, cada sábado, debo pagar al contado, a cambio del placer que quiera recibir.

Iset sería capaz de llevarme al infinito del universo, si por ello le pagara, y vale cada centavo.

Un día le pregunté que dónde había aprendido tanto. Me comentó que aprendió todo en la botella, las teorías de Gomory, las llevó a la práctica con Zalir, y de ahí salió toda la experiencia que ahora vende.

Llegó el domingo, último día, como cada domingo, nadie lo espera. Sólo faltaba un demonio por probar. Astartea, esposa de Astaroth. Supuse que él me habría guardado lo mejor para el final.

Astartea es el tipo de mujeres que se encuentran en la salida del supermercado con sus dos hijos y muchas bolsas en las manos. La mujer trabajadora, que lava, plancha y cocina. Incondicional ante su familia, pero que, justamente, los domingos, encerrada en un cuarto con un hombre, recuerda su naturaleza demoníaca.

Así me lo demostró desde el primer día. He temido preguntarle su edad, aunque siento curiosidad. Está en la edad perfecta, su vagina cálida y húmeda parece de 16 años, con un cuerpo de 25 y una experiencia de 50. Más que sexo, Astartea me hace el amor cada domingo, cuando más lo necesito.

Llega de nuevo el lunes, y continúo mi rutina…

Y así paso cada semana de mi vida, encerrado entre demonios promiscuos que me han enseñado a valorar su arte. Los veo, actúo con ellos, y aunque quisiera salir de esta vida, ya es demasiado tarde. No leí la letra pequeña del contrato, la parte donde les vendía mi vida y mi alma… Y ahora me consumo en mi lujuriosa perdición.

lunes, 17 de octubre de 2011

Noches de neblina

Dicen que no todo lo que brilla es oro, pero si brilla por alguna razón, fuera de lo común será. Si brilla, se debe aprovechar. No se debe opacar ese brillo menospreciándolo, nunca sabemos cuándo nos pueda hacer falta.

Aquella fue una noche de mucha neblina, como lo serían otras tantas a partir de esa fecha. El otoño es triste, tan triste como se veía en las películas.

La neblina cubrió mi vista hasta el punto de no dejarme ver mis propias manos frente a mis ojos. Fue aquella noche cuando recordé la falta que me hace ese brillo cristalino. No se trataba de no saber vivir en la oscuridad, ni de temerle, porque a esa escena ya me acostumbré.

El brillo se ha ido alejando poco a poco hasta apagarse casi por completo, aún queda una aurora en el horizonte, pero yo ya estoy a oscuras y, a pesar de no soportar la compañía, me sigue faltando algo, ese halo que me ilumine el camino de estas calles inhóspitas por las noches de neblina.



sábado, 1 de octubre de 2011

Carta a una amiga

Calamaro me enseñó que “las musas no son mujeres ausentes”, pero en esta oportunidad, debo diferir del maestro. Hoy te ausentaste y sentí este gran vacío que me impulsó a escribirte a ti.

Tanto me has apoyado, tanto me has dado y yo, no he sabido estar a tu nivel en todo este tiempo. Eres la mejor persona que existe, el mejor regalo de la vida, eres tú, amiga. Siento que te debo tanto, y estas letras no serán suficientes, pero va el esfuerzo, porque es por ti.

Hace algún tiempo, antes de que llegaras, me prometí a mi mismo no escribir más sobre el “amor” (por cursi, trillado, novelesco, etc.), pero es imposible contar tu historia, sin hacerle mención.

Tú me conoces mejor que nadie, tanto como yo a ti, y aunque hablemos de todo, todo el tiempo, siempre tendremos más por decir.

No sabes cuánto admiré tu valentía, tu coraje… Viajar seis mil kilómetros, atravesar un océano, aviones, trenes, metros, buses, carros… Por amor, no es fácil, y te admiro por eso. Yo, por cobarde, tomé el mismo camino pero para alejarme de uno, de varios.

Tú lo creaste, lo creíste, lo buscaste, te lo ganaste. Has hecho lo que pocos locos se atreverían a hacer: viajar por amor, sentir en vez de pensar. Quizás te precipitaste, pero en esta ocasión no importa, porque hiciste siempre lo que sentiste correcto y no te equivocaste.

Quizás te fuiste esperando más de su parte, queriendo más. Pero tranquila, amiga, porque tú estuviste perfecta, no lo pudiste hacer mejor porque nadie habría podido hacerlo.

Volverás y volverá a ser perfecto, tu momento, otra vez…

Volverás y vivirás, muchos más meses como este…

Espero que lo hayas disfrutado, espero que tu viaje haya estado a la altura de lo que esperabas. Sé cuan feliz fuiste, confío en que no te arrepentirás de nada, y espero con ansias tu regreso…

Para ti, con cariño…



"Nunca es largo el camino que conduce a la casa de un amigo."
-       Juvenal