Tengo ocho demonios encerrados en una botella. Siete mujeres y un hombre. Cada uno tiene distintas virtudes y defectos. Cada uno completa mis días, faltos de amor y esperanza.
Les veo mientras hacen sus fiestas, sus orgías. Nada les hace más felices que pasar sus días en excesos, como el sexo. No hay espacio en la botella, para raciones pequeñas.
Un día me propuse unirme a su fiesta, pero, yo no podía entrar en la botella, pues me quedaría adentro para siempre. Tampoco podía sacarlos a todos porque crearía un caos inhumano. Ellos dominarían el mundo, le enseñarían a las personas su forma de vida, su arte; los mentalizarían con la idea de que lo único que se necesita para vivir, es tener sexo.
Así decidí sacar uno por cada día de la semana, siempre con el consentimiento de Astaroth (el único demonio masculino, en la botella). Él era su líder, su macho alfa.
Un domingo decidí sacar a Astaroth de la botella, para que habláramos en privado y comentarle la idea. Estuvo de acuerdo, pero puso sus términos y condiciones. Yo acepté ciegamente y firmé su contrato. El elegiría el orden.
El lunes, para comenzar, saqué a Gomory (tras la orden de Astaroth), conocida en el bajo mundo como “la maestra del sexo”. Astaroth me dijo que antes que nada, debía aprender todo sobre el sexo y no había nadie mejor que ella para inculcarme.
Gomory me enseñó en una noche, lo que no había aprendido en una vida. Posiciones, maneras, pero lo más esencial, me enseñó a valorar, cuidar, respetar, admirar y venerar el cuerpo de una mujer.
De Gomory debo resaltar también, que cada lunes, practicamos el más complejo, sexy y artístico 69. Ella es la mejor maestra que me ha podido tocar.
Con todo esto aprendido; llegó el martes. Según Astaroth, debía sacar a Is Dahut, “la amante insaciable”, ella no se cansaría de darme placer, y yo tuve que aprender a no cansarme de darle placer a ella.
Lo mejor de Is Dahut, es que, cada martes, me da ocho horas del mejor fellatio, luego yo le doy ocho horas del mejor cunnilingus y sólo después de eso, pasamos al coito. Amante insaciable, insaciable de verdad.
Cuando llegó el miércoles, comencé a pensar en la abstinencia. Astaroth sabría de esto, pues me ordenó sacar de la botella a Abrahel.
Abrahel es el demonio de los pobres de espíritu. Pobre de espíritu es como se sentiría cualquiera después de pasar por las piernas de Is Dahut.
Abrahel me consume con sutileza de santa, sin olvidar que es un demonio, me roba el alma antes de que me dé cuenta. Siempre conversamos un poco antes de cada sesión, me deja desahogarme, y cuando se llena con mi desdicha, me amarra a la cama, me amordaza, se viste de cuero negro y comienza su función.
Llega el jueves y Astaroth tiene claro su plan. Jueves y viernes se unirían en un solo día de 48 horas, con dos mujeres. Todo un festival de sexo, ménage à trois.
Para eso, cada jueves, debo sacar de la botella a Andras y a Zalir; una bisexual y la otra lesbiana, respectivamente. Ellas son mis fiestas de fin de semana. Con ellas hay música, striptease, alcohol, drogas, sexo. Todo durante 48 horas, sin descanso. Son días de vida en excesos que terminan en frías y solitarias mañanas sabatinas.
Día sábado. Todo vuelve a la “normalidad”, vuelvo a estar en pareja. Para los sábados, Astaroth me tiene preparada a Iset, “protectora de cortesanas y prostitutas”. Como tal, cada sábado, debo pagar al contado, a cambio del placer que quiera recibir.
Iset sería capaz de llevarme al infinito del universo, si por ello le pagara, y vale cada centavo.
Un día le pregunté que dónde había aprendido tanto. Me comentó que aprendió todo en la botella, las teorías de Gomory, las llevó a la práctica con Zalir, y de ahí salió toda la experiencia que ahora vende.
Llegó el domingo, último día, como cada domingo, nadie lo espera. Sólo faltaba un demonio por probar. Astartea, esposa de Astaroth. Supuse que él me habría guardado lo mejor para el final.
Astartea es el tipo de mujeres que se encuentran en la salida del supermercado con sus dos hijos y muchas bolsas en las manos. La mujer trabajadora, que lava, plancha y cocina. Incondicional ante su familia, pero que, justamente, los domingos, encerrada en un cuarto con un hombre, recuerda su naturaleza demoníaca.
Así me lo demostró desde el primer día. He temido preguntarle su edad, aunque siento curiosidad. Está en la edad perfecta, su vagina cálida y húmeda parece de 16 años, con un cuerpo de 25 y una experiencia de 50. Más que sexo, Astartea me hace el amor cada domingo, cuando más lo necesito.
Llega de nuevo el lunes, y continúo mi rutina…
Y así paso cada semana de mi vida, encerrado entre demonios promiscuos que me han enseñado a valorar su arte. Los veo, actúo con ellos, y aunque quisiera salir de esta vida, ya es demasiado tarde. No leí la letra pequeña del contrato, la parte donde les vendía mi vida y mi alma… Y ahora me consumo en mi lujuriosa perdición.
ingenioso, curioso, lujurioso, llamativo y peligroso; muy bueno o muy malo eso depende del lado que lo mires...
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