jueves, 14 de febrero de 2013

Cobarde

Hace algún tiempo conocí una persona que me inspiraría a escribir algo sobre la cobardía. Un día, como otro cualquiera, sentado en mi escritorio, tomé un lápiz y un papel y decidí escribir.

Primero escribí un título bastante sencillo y explícito, arriba, en el centro de la hoja: “Cobarde”. Cuatro horas después me encontré sentado frente a la misma hoja, hipnotizado por su blancura, con nada más que un título de siete letras. Las ideas que trajo mi musa se fueron desapareciendo. Las palabras en mi mente se iban apagando como cocuyos alejándose en el infinito.

Me había dado cuenta, tras escribir el título, que ya todo estaba dicho. Que no hay peor insulto que mentar a alguien de cobarde. Esa musa era cobarde. Yo también he sido un cobarde en cierto sentido. Nos faltó valor a ambos para enfrentar diversas situaciones, pero las circunstancias eran incomparables. Entonces ¿por qué se me hizo tan difícil no juzgarle? Me tomo el atrevimiento de responderme:

Pues me atrevo a juzgarle porque yo, que me he escapado tantas veces, nunca corrí de mí mismo. Es que no hay peor cobarde que quien huye de sí mismo. Y yo les podría contar una infinidad de historias de las que he huido, pero jamás entraría en mis palabras escapar de mi verdad.

Esta persona lo hizo. Dejó atrás todo lo que era para convertirse en algo que no. No le importó ni un segundo lastimar a las personas que estaban a su alrededor. Simplemente se fue, sin más, tal como lo haría un desertor.

Muchas veces he escuchado que los suicidas son personas cobardes. A mí me parece todo lo contrario. Me parece más valiente alguien que se quita la vida sabiendo que no hay un paraíso que lo espera ni un Señor que lo va a salvar y perdonar; que alguien que evade su propio destino, por miedo a encontrar felicidad.

Claro, es verdad, ahora que recuerdo, yo no soy quién para juzgar. Yo también emigré cuando las cosas se pusieron oscuras, pero sigo siendo la misma persona y sí, puede que siga siendo el mismo imbécil, pero por lo menos no soy un cobarde.



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