La
noche es
reverdecer
del alma,
infinita
alegría
para
un tiempo
tan
efímero.
La
noche es
fiesta,
a pesar
del
evidente luto.
Una
ola eterna en
el
mar de la juventud.
La
noche es
mágica
y sublime.
La
noche es
una
bella genio,
un
poeta inspirado,
una
modelo de Playboy,
de
las de antes,
sin
silicón.
La
noche te
invita
a inhalar
de
su denso aire.
La
noche conoce
tu
destino y te
brinda
un atajo.
La
noche pende
de
un hilo,
como
la vida.
La
noche ve
tus
virtudes y
esconde
tus defectos.
La
noche brilla
por
brillo propio;
brilla
por nosotros y
nosotros
por ella.
Y
luego, la mañana.
La
maldita mañana,
cómplice
de mil tragedias.
La
mañana es
una
resaca de ginebra,
una
cruz a cuestas de
cada
ser vivo.
Insoportable.
Insufrible,
como
una niña
de
quince años.
Mañana
cobarde
que
no encuentras luz
ni
en la luz del sol.
Mañana
lánguida.
Mañana
tenue.
Mañana
malcriada.
Mañana
suiza.
Siempre
tan puntual,
tan
puta.
Una
puta sin
nada
que dar
porque
entregó todo
la
noche anterior.