Se fue el invierno, como ella, no avisó, no dejó huella, ni vestigio de su destino. Pero viene la primavera, con nuevos vientos, vientos desde la costa, que no es la del sol; la costa de mi llegada, la costa de mi hipotética huída. La costa del retorno, el retorno del sol a su punto de partida.
¿Quién sabe si me voy? ¿Quién sabe si me quedo? Ni yo puedo saber. No me desvela la duda, me desvela este clima. No sé cuántas horas he estado despierto, insomne, deambulando por ahí. No sé cuándo fue la última vez que dormí. Mi somnolencia se ha ido, con el invierno, como ella.
Viene la primavera, el renacer. Renazcamos. Salgamos y hagamos algo diferente, lo que nunca hemos hecho, algo insignificante, pues no queremos llamar la atención del mundo. Déjalos dormir, déjalos vagar ignorantes.
Mejor no hagamos nada, esperemos al verano. Gastemos otra primavera esperando el verano. Un verano que promete más horas de sol, ese sol que, como tú, huyó por la costa, pero prometió volver, un año después.
Y así hemos pasado los últimos años, mirando al sol, a ver cuando te llega, a ver cuando me llega, a ver cuando lo compartimos. Mirando a las costas, a ver si se unen… Yo esperando otro verano, tú esperando otro invierno, y así seguiremos…